Independientemente de la corriente e ideología política que cualquiera de nosotros podamos tener, todos deseamos un cambio (para bien). Un cambio en la forma como los gobiernos y administraciones entienden y atienden a las comunidades, un cambio en la forma como se manejan los recursos públicos y en cómo se invierten.
El Gobierno nacional actual tomó las banderas del llamado «Cambio» buscando despertar la esperanza en las personas, sin embargo, hay que ser crítico en la forma como buscaron ese cambio, porque establecer alianzas con lideres inescrupulosos, viejos lagartos y zorros políticos que una y otra vez han demostrado que sólo piensan en ellos mismo, eso no es cambio, eso solo es un medio para un fin, y lo siento mucho pero ¡NO TODO VALE!
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Cuando se sacrifican los principios, la ética y la moral, cuando se utilizan estrategias rastreras y miserables, cuando se usan difamaciones y chismes malintencionados para querer opacar al contrario, solo se demuestra la misera humana y la falta precisamente de esos principios que los haría dignos para gobernar.
El cambio jamás va a venir de personas inescrupulosas cuyo ego les impida ver el talento o propuestas positivas de un contrario, el cambio jamás vendrá de personas que no se han untado de pueblo, de personas que no han demostrado vocación de servicio y con vocación, me refiero a ese trabajo voluntario y desinteresado por hacer de este mundo un lugar mejor para vivir para las personas y/o para los animales.
El cambio se creería en una sociedad y en un líder cuando hay transparencia y coherencia en lo que se dice y lo que se hace, en poner por encima de cualquier cosa al bienestar de las personas y la protección de nuestro hogar, la Casa Común de la que habla el Papa Francisco en su Encíclica Verde – Laudato si‘.
Hoy solamente deseo manifestar este punto de vista personal de lo que para mi es un cambio verdadero independientemente de la orilla política, porque el cambio no tendría por que tener color político, solo debería venir reflejado en la personalidad y trayectoria de un líder que en verdad entienda que los principios no se sacrifican en los altares del poder.
Por: Julián Socha
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