La humanidad se encuentra viviendo una de las mayores crisis de su historia, ya no se trata de hambrunas (que aún las hay) o de una guerra mundial (que parece que la quisieran estallar en cualquier momento), sino una crisis de valores y de propósito en la vida.
Hace poco hablaba con una niña de unos diez años y me decía que su sueño en la vida era ser TikToker, porque le parecía super fácil y divertido tan solo pararse frente a un celular y bailar y así ganar dinero.
Así mismo le está pasando a miles de mujeres que buscando dinero fácil, no tienen ningún reparo en abrirse una cuenta en Only Fans, desnudarse frente a millones de personas y cobrar por ello.
El legado de dinero fácil carente de esfuerzo y vacío de valores que nos dejó el narcotráfico de los 90s ahora toma nuevos matices mucho mas legales, pero igual de preocupantes.
Los jóvenes ya no desean aprender las labores del campo y eso para una región agrícola como la provincia del Tequendama es muy grave, porque no solamente se pierde la posibilidad de trascender en las nuevas generaciones los saberes ancestrales, sino también se pierde el arraigo por el territorio, y la soberanía alimentaria es una vez mas amenazada.
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Es menester entonces que los padres de niños y adolescentes hagamos una pausa y reflexionemos sobre cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que encuentren un verdadero propósito para su vida.
En vez de hacerles la pregunta de: ¿Qué quieres ser cuando grande para ganar dinero?, porque ya sabemos que la respuesta nos puede decepcionar.
Hagamos que ellos mismos se pregunten: ¿Cómo podré servirle a la humanidad y al planeta?, de esa forma intentaremos que la respuesta a esa pregunta llegue en forma que enaltezca la naturaleza humana, que nos regrese a la senda de la evolución y de la prosperidad.
No podemos permitir que toda una generación se pierda en la banalidad de las redes sociales que están diseñadas para destruir el espíritu del hombre.
¿Qué hace un niño/a con un celular en la mano?
¡Carajo! Porqué mejor no le regalan una pistola y así acabamos más rápido.
Perdón por la rudeza, pero es necesario que entendamos que estas tendencias tecnológicas y de comportamiento social son igual de destructivas que la violencia física. Debemos tener el criterio suficiente para que nuestra humanidad no desaparezca en un TikTok.
Por: Julián Socha
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