Bibijagua la hormiga arriera

Luz Helena Ardila Tengo para compartir una extraordinaria experiencia, la lucha por el territorio con una de las especies más altamente desarrolladas: la hormiga arriera, establecida a sus anchas en la finca de mis padres.

Supe entonces que su superpoblación es el resultado del deterioro ambiental y no la causa. Y que se apropia de lugares abandonados y realiza, después de cierto tiempo, un vuelo nupcial periódico, para infortunio de nosotros, pues mantiene la región bien abastecida.

Éste sorprendente superorganismo no solo es “un dolor de cabeza local”, ha conquistado desde el sur de Estados Unidos hasta la Patagonia. La llaman Wiwi en Nicaragua y Honduras, Coqui en Perú y Bibijagua en Cuba, entre otros nombres.

Algunos de los hallazgos que la hacen asombrosa ante mis ojos son su organización social y la distribución de las tareas, la prioridad de la comunidad adulta sobre las bebés, llamadas pupas y prepupas.

Estas chiquitinas están a cargo de nodrizas que las alimentan con especial esmero a través de una dieta rica en proteínas (“preferencial clase aparte”) y son también las primeras socorridas en casos de emergencia… Una noche de excavación… un hongo gigantesco… y una reacción de toda la organización social de base por la supervivencia de las más frágiles, de las diminutas, de las que todavía “no son”…(!!!).


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La pala es una de las herramientas más sencillas y eficaces para intervenir los nidos. Las susodichas (es un “matriarcado”), en principio cosechadoras de semillas y de otros órganos vegetales, cultivan para su alimentación un hongo con el cual viven en simbiosis mutualista hace 40 millones de años.

Admirablemente tienen claro que lo importante es la preservación de la especie. Para esta tarea, la reina, “la dueña del balón” (que cuenta con una espermateca con millones de huevos) repone la población caída en batalla fácilmente (de 3 mil a 5 mil huevos al día).

El resto son obreras especializadas en un oficio.. Las exploradoras se encargan de poner el ojo en el que será su provisión (sin agotar la fuente, en una estrategia de seguridad alimentaria). Las cortadoras cortan. Las cargadoras, las que llevan la hoja, ponen además una diminuta hormiga encima para impedir que otros insectos como moscas depositen huevos y estropeen “el mercado”. Las soldado son más grandes, al fin y al cabo son los escoltas, y Las Auxiliares de Cocina se encargan de picar el material vegetal en trozos diminutos para promover el crecimiento del hongo, plato único de la reina y de las recién nacidas.

El “vulgo” en cambio, se alimenta mayoritariamente de la savia de las hojas. Las escoteras se encargan del aseo. Su rutina (como la de cualquier “escobita”) es la de recoger los residuos no aprovechables y acopiarlos en los llamados basureros que establecen fuera de su nido.

Mantener la casa con la humedad y la temperatura adecuadas es indispensable para el funcionamientos de las múltiples cocinas…

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Muchísimo las observé y es que el conocimiento de su biología y de sus hábitos y la mencionada pala (control mecánico), además del compostaje (control orgánico) , y de los hongos o microorganismos eficientes (control biológico) y los abonos verdes (reforestación) son algunos de los métodos alternativos en la búsqueda de una agricultura sostenible para el manejo y control de su población.

No se trata de declararles la guerra a muerte. Se trata de controlar su número para impedir que se convierta en plaga.

Por: Luz Helena Ardila

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